jueves, 17 de febrero de 2011

Inflación educativa. ¿Y nosotros?

Hay un modelo educativo que viene marcando el paso desde que Sarmiento puso manos en este asunto. El objetivo principal era “civilizar” a los bárbaros, hacerlos más dóciles, y convertirlos en elemento del mercado. Ése elemento estaba entrenado para “ser útil” al liberalismo, como si fuere una moneda de cambio, y derrocó por su utilidad (nunca por principios) a la esclavitud… son más baratos los empleados que los esclavos…

Aunque pongamos por parte y contraparte los modelos constructivistas, los tradicionales, a Piaget, a Freire con todos sus grandísimos aportes, la finalidad educativa, desde el hogar, en principio, sigue siendo la misma: que sea útil.

No importa lo educada que la familia sea, siempre que el hijo quiera estudiar una carrera, las artísticas estarán en el último peldaño jerárquico de lo deseable, salvo algunas gratificantes excepciones. “Primero estudiá” suele rezar esta especie (deleznable) de argumento.
Si ajustamos la lupa un poco más, veremos que el género influye mucho. Si es una nena, casi no tienen reparo en acompañarla a estudiar, desde muy chica, actividades artísticas; en cambio, si es un varón, cualquier cosa que los relacione con la expresividad es inmediatamente enviada al cadalso, lapidada, cercenada por miedo a que por dedicarse a esas actividades “le salga” afeminado o gay.
Ésa mentalidad cavernícola, pobre y elemental sigue haciendo mella en nuestra sociedad.

Otro de los factores que marca negativamente, y ya no diferenciando géneros, es el terror al error. Todos, en mayor o menor medida (y no hay demasiada distancia entre mayor y menor) tenemos pánico de equivocarnos en alguna cosa. Por qué? Porque nos enseñaron que está mal equivocarse, aún mientras aprendemos.
La cuestión es que nadie nace sabiendo. Entonces ¿dónde dejamos lugar para aprender? ¿Qué lugar le damos a las disciplinas artísticas?

Aunque sea y suene antipático, nuestro modelo educativo, acá y en la China, es neoliberal. Incluso hasta la educación ha sufrido de la inflación. Donde antes alcanzaba con tener un oficio, luego hizo falta tener secundario, luego tecnicatura. Donde antes eran necesarios universitarios, ahora son necesario doctorados, másteres, especializaciones, sénior.
La educación se volvió un medio de cambio mercantilista cada vez más alejado de la vocación, y no me está gustando a dónde se dirige (y sé que a casi nadie le está gustando ya).

No tengo respuesta, ni alucinógenas estilo zeitgeist II y III (que se fue de mambo de cuentos de hadas yanqui… exceso de Disney lo llamaría), ni certeras. Sólo me quedan preguntas y un cachito de luz donde tira este tipo, que viene a cerrar el post con unas cuantas reflexiones que ciertamente podrían abrir el camino. Ostenta algún que otro pergamino, pero no me interesa: quien dice algo interesante, lo dice con o sin títulos que lo avalen, no?

Recomiendo que no se lo pierdan, si es que tienen alguna esperanza en que la educación, la creatividad, el arte, la expresividad son propias humanas que podríamos aprovechar para hacer este mundo un lugar mejor. No propone un nuevo orden mundial, propone un cambio en nuestro enfoque… los dejo reflexionar, es corto, pero muy sustancioso.