Hola fanáticos del arte y también de la brujería.
Ante todo quiero expresar que tengo en mis manos mi Ley de Ganancias ( 20628) nuevita versión 2013 y...oh!...figura la República de Seychelles como país de baja o nula tributación.
Pero Lanata no dijo que la habían sacado?
Yo que sé.
Cosa e mandinga. Parece que el gran periodista argentino se olvidó de chequear otra vez, puesto que en efecto nadie ha borrado de la lista de "paraísos fiscales" a los buenos y simpáticos Seychellinos.
A menos que justito mi ley me la haya vendido un fanático K, que haya agregado a mano "Seychelles" a último momento, con marcador.
La compré allá por Marzo. No sé. No parece.
Disculpen por la catarsis...es que me hace tan bien!!...ahora si les mando mi viaje del día de hoy.
Primero un cachito cortito de historia casera. No se duerman tan pronto. Juro que es breve.
La historia argentina
parece ser, mirada así rápidamente, la historia de profundas confrontaciones
internas.
Generalmente las
mismas se han materializado en dos corrientes en apariencia antágonicas,
enfrentadas, irreconciliables. Las versiones de dichas antinomias han adquirido
diversas nominaciones a lo largo de dos siglos y monedas; Morenistas y
antiMorenistas, Unitarios y Federales, crudos y cocidos, Cívicos y Radicales.
Más acá en el tiempo,
más conocidas y familiares acaso sus nomenclaturas, se puede encuadrar a los radicales Yrigoyenistas de los
antiYrigoyenistas ( los radicales de Alvear si se quiere) y desde ya la super
famosa tensión Peronismo – AntiPeronismo.
Dicho esquema de
pensamiento nacional figura ya bien detallado y en magnífica prosa en esa
títanica obra de Sarmiento, el célebre “Facundo”, allá a mediados del siglo XIX. Pocos pensadores, acaso
ninguno, logran expresar con mejor pluma y precisa rigurosidad la “tensión
binaria” Argentina. Todo lo que define a
uno y otro campo está impecablemente mostrado en el “Facundo”; civilización o
barbarie, frac o chiripá, ciudad o rural, artillería o caballería. Los primeros
claro, símbolos de la cultura metropolitana, algo Sibarita, impregnada de “lo
Europeo”. Lo segundos ni hablar, estereotipos del atraso, lo salvaje, lo
bárbaro, lo “gaucho”, lo nativo, lo indígena, lo incivilizado. Aquello de lo
cual “no había que ahorrar sangre” según palabras de Domingo Faustino.
No deja de reconocer
el Sanjuanino, no obstante, que ambos extremos se atraen en algún punto. Como
si la barbarie de uno fuera, bien que no, la barbarie del otro aunque
encubierta con maneras más instruidas, menos rústicas.
Bien. Hasta acá la
aburrida aunque nunca más necesaria revisión histórica. Gracias por no dormirse
y perdón por lo resumido.
Ahora, decíamos, a qué vamos con esto.
Vamos a que, por estos
días circula como moneda de cuenta a prueba de perejiles de todo pelaje, la
chirle y baratoide versión de que “la Argentina está dividida”. Falta agregar
los tonos más enconados; “dividida por culpa de la Yegua y del tuerto, de los K
que dividieron”.
Es entonces cuando,
los que aún no estamos cegados por un odio irreflexivo que nos impida pensar y
aún repetir como máquinas los slogans del sentido común, nos preguntamos; ¿y
cuando es que no estuvimos divididos?
Para estas personas
devotas de las ondas de amor y paz del (se acuerdan?) Pastor Gimenez resulta
ser que vivíamos en un paraíso terrenal, una isla de blancas playas y azules
aguas, donde reinaba la más pura felicidad, calma y concordia nacional, fruto de la
más justa y equitativa distribución de la riqueza y de la participación de la
población en el Producto Bruto Interno, una tierra de amor y prosperidad.
Hasta que un mal día llegaron la Yegua y el tuerto y chau...el país se dividió!!...oohhhh.
Qué bien. Un pañuelo
por favor. Estoy conmovido.
Cómo extrañan al “granero del mundo” esos
defensores de la bobería.Y que gran destreza
portan,además, para ignorar de un saque y sin anestesia, más de 200 años de historia,
pasando por alto entre otras pocas cosas, las guerras punitivas de Bartolomé
Mitre, la masacre de Roca con los pueblos originarios en nombre del progreso,
la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde, los arteros bombardeos de la gorilada
más recalcitrante a la Plaza de Mayo en 1955 repleta de civiles, la
persecución, la proscripción, la tortura a
militantes o simpatizantes Peronistas en la época de la resistencia, el
infausto decreto ley 4161 ( prohibición a todo símbolo Peronista) producto del
odio de clase más profundo, los fusilamientos sin juicio, sin pruebas y sin
moral de civiles en 1956 por ser supuestos conspiradores de una rebelión
Peronista que jamás llegó ni a comenzar.
Ni hace falta
mencionar,me supongo, la dictadura genocida de 1976.
Es cuanto menos
extraño, raro. Que aquellos que se montan sobre el facilongo discursito del
“diálogo”, la “tolerancia” y la “unión” no reparen en que en nuestra historia casi nada se hizo con dichos atributos, muy por el contrario.
Muchos de ellos, sin
ir más lejos, concurren a masivas protestas sociales donde piden paz y unión
nacional, y al mismo tiempo exigen la muerte inmediata de la Yegua (aunque no lo digan expresamente para no quedar mal) y que, de
paso, rueden varias cabezas Kirchneristas para mitigar un poco la sed de sangre
disfrazada de valores “republicanos”.
Digamos que paz,
unión, amor, República, armonía, concordia y zaraza va a haber, siempre y cuando
no se joda con algunos sectores cuyos privilegios son y se sienten más viejos
que el país mismo, y por ende consideran intocables.
Se aman, se besan…se
unen si, claro. Pero se unen (UNEN...jaja) con todo aquello que no los joda ni un poquito así.
Con aquello que les jode
en algo son intransigentes y no le reconocen entidad ninguna. Pasa a ser algo
ajeno al “ser nacional”. Lo fue el Radicalismo hasta que pudieron cooptarlo. Lo
fue el Peronismo, por supuesto, hasta que también pudieron cooptarlo.
Lo es hoy o lo fue en
algún momento el Kirchnerismo? No lo sé. Tanto no me pidan.
Lo que si sé es que lo
odian. El odio profundo al Kirchnerismo
viene de los estratos sociales superiores. En las capas medias e incluso las
más populares no se llega a odiarlo. Odiarlo con odio de clase, digo.
Si más bien se observa un vaivén que puede
oscilar entre la aprobación, la desaprobación, la indiferencia o la bronca o la
decepción, o en algunos casos el fanatismo casi de culto, o más bien las
diferentes pasiones favorables o desfavorables que despierta la figura de
Cristina ( o la Yegua, como gusten).
Pero el odio de clase
viene desde más arriba. Y cala muy hondo, mal que pese, en estratos de clase media hiper permeables a copiar mecánicamente los valores de las clases o grupos dominantes, cuando no a adquirirlos naturalmente desde la cuna, casi por ósmosis, sin un mínimo de cuestionamiento.
Hace tiempo ya que uno
de los ideólogos más consecuentes del Peronismo antiKirchnerista, el turco
Jorge Asís, describió al Kirchnerismo como una “patología” del Peronismo.
Nótese la fuerza del término. Para Asís, el Kirchnerismo es una “patología".
Algo raro, una enfermedad, algo ajeno al Peronismo ( al ser nacional?)
En fin, de eso se
trata. Cuando algo jode ( poco, mucho o
algo), los poderes ancestrales de la patria o sus personeros intelectuales, le
quitan entidad, le quitan humanidad.
No es algo humano, es una cosa, un virus,
una enfermedad, una patología a la que hay que combatir.
Les suena?
Según mi parecer, no
existe política posible sin conflicto de clase, sin alteración de intereses,
sin disputa de poder, sin enfrentamiento, más temprano que tarde, con clases o
sectores antagónicos.
No significa esto ir a
la guerra ni a la violencia, para nada, pero si saber que existe un ( o unos)
adversario/s político/s y que una praxis más o menos transformadora ( no digo
ya revolucionaria) tiene que implicar la afectación de intereses si o si. Y
sobre todo tener la ética y la valentía de reconocerlo, y no esconderse bajo el
falsete berreta de la Patria y la República unida.
Esto último es
cháchara. Es nadismo puro. Es politiquería para las señoras crispadas. Es
cotillón para los almuerzos ( ustedes ya saben cuales).
Unidos dicen los
crispados anti k y yo les retruco: unidos quiénes…cuándo….dónde…en qué
país?...en el país de “Nomeacuerdo” será?
Sólo eso por hoy. El
próximo escrito será más crítico a los K, lo prometo.
Por ahora estas descargas me hacen bien antes de ir a dormir.
Además che, ahora que son (somos?) minoría, bien cabe salir a defender a la Yegua ( o a Cristina como gusten) de la misoginia de "clarines" varios.
Me voy a dormir, decía, con mi ley de ganancias bajo la almohada.
Y figura Seychelles, que quede bien clarito.
Para vos gordo bolú...
Venderemos…( ups, digo venceremos)
La Cruz del Sur.
3 comentarios:
No disimules. Linda reseña, sencilla y no agresiva. Pero recontra-ultra-hiper-KKKKKK, porque no los insulta, no los descalifica, no menciona el fin de ciclo, no los quiere eliminar. Ergo: SOS K!!!!
Es muy cierto que esa "anomalía", como dice Asis también se rejunta con la epidemia de enfermedades que asuela a los K. Fijate que esta vez, el renacimiento de aquél viejo movimiento populachero y zoológico-aluvional de mediados de los 40, ha logrado permanecer por MÁS DE 10 AÑOS ININTERRUMPIDOS. Y a pesar del cascoteo mediático constante e inevitable, parece que aún podría durar un poquititititito más que los 2 años y pico que faltan para terminar el segundo mandato de Cristina.
Y no lo toleran.
Ahora, como no saben de qué manera metabolizar este cambio de época ó época de cambios, resulta que es el resultado de diversas enfermedades de sus respectivos dictadores. El Dr. Cureta, famoso y delicado neurólogo de jeta torcida que curra con su sucio programa "El Juego Limpio", ha pontificado que la Presi manifiesta el sindrome de Ubres, o sea, que debe tener las tetas hinchadas de tanto que la joden. La denominaron bipolar, trifásica, superheterodina, etc. Y todo eso porque no la entienden.
Es que la grieta, como bien expresó una ex-vedette gorda que fuma mucho, está originada por todas esas dolencias.
Apoyándome en uno de tus acertados párrafos, recuerdo que en varias oportunidades pregunté a algunos recalcitrantes odiadores sin fundamentos sólidos:
¿Nunca pensaste la razón por la cual los pocos movimientos populares elegidos democráticamente fueron expulsados violentamente a sangre y fuego?
Siempre se quedaron mirándome como si les hubiera dicho que las vacas volaban.
Saludos
Muy buena reflexión!! Espectacular como derrocha erudición histórica. Un vendaval de aire fresco para el blog…
Tilo, hay que terminar con el estúpido binarismo “K-antiK”, al estilo Boca – River. De los garcas, individualistas y odiosos no se puede esperar mucho, pero el gobierno debería también ser más inteligente y desmarcarse de ese juego que le proponen. Hasta ahora lo ha hecho pésimamente, lo que contribuyó a alimentar más la antinomia. Sin embargo, esta semana hay un amague de cambio, con la incipiente creación de mesas de diálogo con diferentes actores sociales. Veremos.
¡Hola Cruz! Hermoso post. Te cuento: Soy de esa tierra mágica que alumbró al autor del "Facundo". Y creo que ese libro es una joya de las Literatura Castellana. Con todo lo que uno puede abominar de lo demás. Porque tengo otros orgullos de mi tierra. Me perdonarás, porque tu post me disparó otra cosa (estoy borracho de rocanrol, porque vengo de ver un show de Divididos con los solazos de mis hijos).Es así:
Los Huarpes no alcanzaron a constituir una civilización. Eran un pueblo de un primitivismo tal que no les alcanzó ni para oponer resistencia a la conquista, porque no tenían un concepto de pueblo o sociedad. Pasaron (algunos quedan) como un pueblo manso y domesticable. Pero sí tenían una cosa: vivían acá.
Quiero decir: el huarpe debía cazar guanacos (en San Juan menos del 5% de la tierra es cultivable) a 3500 o 4000 metros de altitud. Avistaba una manada, elegía su presa y, solito, la perseguía por quebradas y laderas, con todo lo fácil que resulta decirlo e incluso imaginarlo. El huarpe corría detrás del guanaco por horas y días, en una atmósfera que haría desvanecer en minutos a cualquiera de nosotros. Corría. Corría al bicho sin darle descanso hasta que caía, el bicho, con el corazón reventado de cansancio.
De ahí venimos algunos argentinos. Eso tenemos, algunos argentinos. De esa barbarie de Zonda y Chagas -que te revienta el corazón- estoy orgulloso no veas hasta qué punto.
Algunas antinomias destilan ridiculez.
Abrazos.
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