Hoy, treinta minutos aproximadamente pasados del mediodía me subí al subte, línea D, estación Palermo… pensarán: “Uh! Justo con el paro gremial!” y les responderé :Si! Jejeje!
Hasta aquí, una más de nuestro día a día, y aclaro, por si las moscas, que no estoy contra los paros y protestas particularmente.
Bueno, llegando a la estación Scalabrini Ortíz, se detiene y dice una voz “el servicio de la línea D está interrumpido”. Como es algo que ocurre bastante seguido, y como los que estábamos ahí no sabíamos nada aún de lo que estaba sucediendo con los gremios, decidimos quedarnos a esperar que se reanude el servicio (cosa que suelen hacer a los 10 o 20 minutos de la interrupción). Armados de paciencia, algunos sacaron sus diarios, revistas, otros un paquete de caramelos que convidaban al resto, celulares para avisar del retraso y los menos se fueron… en fin. Pasados aproximadamente diez minutos viene uno de esos que trabajan en el subte y dice “éste (refiriéndose al retraso) viene para largo… lo menos que se va a detener es cuatro horas, así que les recomiendo que se bajen”. Otro montón de gente se bajó, pero algunos testarudos nos quedamos esperando que, por lo menos, lleven el vagón hasta la estación Catedral (terminal), porque no teníamos modo de llegar a destino si nos bajábamos allí (a menos que tomemos taxis con lo caros que están!), ni monedas para los colectivos.
“Acérquense a las boleterías que se les devolverá el pasaje” dijo la voz. A esa altura de la circunstancia ya me había fastidiado, de la bronca, del calor, y por no poder llegar a casa… me acerqué a tres personas mas que no se bajaban, para que nos amuchemos (jeje ahora éramos cuatro! Una multitud!). Me puse a conversar con ellos y coincidimos en que por lo menos lleven la formación a la terminal, y desde ahí todos íbamos a poder resolver nuestro inconveniente, pero de bajarnos ahí quedábamos varados.
De pronto viene un policía con intención de hacernos bajar del vagón, y le dijimos que no estábamos ocasionando ningún problema, que sólo queríamos llegar con el tren a la terminal. Cuando vio que no teníamos intenciones de salir, se fue.
Empecé a ponerme nerviosa… me faltaba el aire, moría de calor, tenía hambre, dolor de cintura… mezcla de embarazo de ocho meses con fastidio y rabia! (Trataba de “amigarme” con la idea de tomar un taxi, que iba a salirme unos $25…)
Pasaron cinco minutos y vino una boletera:
B:-Por favor, podrían descender?
Pasajera:- Por qué? Qué es lo que pasa?
B:- No lo sé. Es un conflicto gremial… pero recién entro y no tengo idea de por qué es el paro.
P:- Pero si el problema es gremial quiere decir que es interno, que es tema de ustedes con sus gremios y su empresa… que es privada además…
B:- Yo no sé, Sra, -interrumpió- sólo les digo que no se queden porque vamos a apagar todo y el coche no va a moverse de acá.
Pasajero:- Pero fíjense una cosa, ésa señora (señalándome a mi) está embarazada, acalorada, y no tiene nada que la lleva hasta su casa, y la quiere hacer salir ahora que está lloviendo?!
Todo el asunto me estaba haciendo bajar la presión, mitad de los nervios, mitad del hambre. La boletera se fue.
Pasaron otros cinco minutos y empezamos a escuchar al policía, la boletera y tres mas discutiendo. Sólo se escuchaba cada tanto “pero hay una embarazada…! Si se descompone!?”. Cosa que no era muy alocada de pensar si me hubieran visto en ese momento.
Pasaron algunos minutos y se acercó otro, pero éste tenía pinta de jefe, o algo así. Vino y dijo lo mismo que dijeron los demás, pero ahí lo interrumpí:
LG:- Si, entiendo lo del gremio, y nosotros estamos haciendo nuestra pequeña protesta aquí, sentados pacíficamente, esperando alguna solución. Ninguno de nosotros tiene forma de llegar a destino con un solo colectivo, por eso es que íbamos a hacer combinación en Catedral, y lo peor es que además, estamos sin monedas! (el conocido problema de falta de monedas para poder tomar un bondi!)
El tipo miraba con cara de “Quién me mandó a venir acá!?”
Pasajero:- Ya ni me importa lo que hagan ustedes, pero si le dan a la señora (lo decía por mí) dinero para que tome un taxi hasta su casa, yo me bajo con gusto y sensación de justicia. (no le dí un beso por vergüenza nomás)
El tipo se quedó unos segundos y dijo: “Ok, está bien. Venga Sra, conmigo”
Me llevó hasta la boletería, me preguntó en qué estación iba a bajarme y me dieron el dinero para el taxi.
Ni explicar el alivio, alegría y grata sensación de lograr “alguito” que sentimos.
Al señor y las dos señoras que se quedaron les agradecí, y los invité a compartir el taxi, pero ninguno quiso, porque realmente se sintieron mejor habiendo logrado ese poquito… que evidentemente fue un logro para nosotros.
Y me quedo con la frase de ese Sr: "Me bajo con gusto y sensación de justicia"
Un abrazo y Gracias, Sr desconocido una vez mas!
4 comentarios:
Un monumento al Caballero Desconocido. Es curioso que exista al Soldado Desconocido, pero no al Caballero Desconocido.
Lo extraño es que aprendimos a conformarnos apenas con la sensación de justicia, que vendría a ser lo mismo que confornmarse con el olorcito de la comida cuando hay hambre.
No lo digo por esto en particular, son muchas las cosas pequeñas que solo huelen a justicia, y que muchas veces por pequeñas, pasamos de largo.
Es como si a la humnidad le fuera saliendo un callito y ya no percibiera.
beso
A
Es muy cierto lo que decís, Ajenjo... sabés qué otra cosa me hace pensar algo parecido? Viste cuando se festeja fin de año, o un partido de "fóbal" (o cosas por el estilo), cuando la gente se pone a festejar... pero en el fondo ese festejo demuestra la falta de alegrías verdaderas; la falta de verdaderos motivos de felicidad que vienen a dar en gritar un gol como si tratara de algo profundo...
Es tanta la necesidad de justicia, y la falta de compromiso, que estas cositas nos cambian la cara, por lo menos por ese día. No digo que esté mal, simplemente acompaño tu apreciación.
Pd y completamente fuera de tópico: yo también empecé el conservatorio en el '97, mi frofe de piano en ese entonces se llama Facundo Bericat, y después empecé con Elba Lanata, que ahora es una gran amiga.
Martín: toda la razón... será que tiene mas valor para el pensamiento exitista del hombre mediocre uno que empuña un arma?
Abrazo!
probablemente nos habremos cruzado en algún pasillo o en esas escaleras de madera que rechinaban tanto.
Yo estudiaba flauta con Lilian Barraco. Supongo que ya debe estar viejita ¿sabés si sigue enseñando?
beso
A
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